Alondra de la Parra y el arte del éxtasis controlado

La directora de orquesta mexicana, el violista Antoine Tamestit y la orquesta Deutsche Kammerphilharmonie Bremen fueron aclamados con fervor en el auditorio Elbphilharmonie en Hamburgo

Por Marcus Stäbler

Todavía se mueve algo en el mundo de la música clásica. En el concierto de ayer hubo una concertina en el primer atril de la orquesta, una directora de orquesta en el podio y, para empezar, la partitura de una compositora en los atriles de los músicos. Cuando una orquesta de primera fila como la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen abre su actuación en la sala Elbphilharmonie con una tal combinación, está dando una señal muy clara.

Es una señal que ciertos cambios sociales, añorados desde siempre, por fin están teniendo lugar en las salas de concierto. Así, tal vez algún día las frases que abrieron esta reseña ya no sean necesarias. En el mundo de la música clásica, tradicionalmente dominado por los varones, tal vez en un futuro ya no se hable de género, sino simplemente en términos de la calidad de los artistas.

Justamente, en términos de calidad, la actuación de ayer nos permite subrayar varios buenos ejemplos. Alondra de la Parra logró controlar los remolinos y torbellinos de la obertura de Grazyna Bacewicz, encaminándolos con sabiduría gracias a su lenguaje corporal riguroso. La gran artista mexicana hizo prueba de una fina sensibilidad dramatúrgica al haber escogido dicha obertura para abrir este concierto coherente y extraordinario, reuniendo obras del S. XX y de finales del S.XIX en un programa que, sin mencionarlo explícitamente, giraba alrededor del tema de los “colores” tímbricos.

En el concierto para viola escrito por Béla Bartók en el año 1945 –se trata de una de sus últimas obras, compuestas en exilio y sólo en forma de bosquejo– dominan al principio los tonos apagados y los registros oscuros, de los cuales Antoine Tamestit logró extraer un máximo potencial expresivo gracias a su sonido cálido en la viola. La música húngara, con sus aires de danza rústica y su carácter a veces tosco, sólo se desata verdaderamente en el movimiento final, Allegro vivace, donde el solista por fin puede soltar sus dedos ágiles para correr sobre las cuerdas. El compositor alterna la parte de viola solista con intervenciones de parte del tutti orquestal para crear una batalla en ritmo acelerado. Para interpretar tales pasajes se necesita un ensamble enfocado y concentrado como la Kammerphilharmonie y un violista como Antoine Tamestit, capaz de pasar el arco sobre pasajes particularmente endiablados con una sonrisa de satisfacción, ya que el virtuosismo no significa aparentemente ningún estrés para él, sino que equivale al puro placer de hacer música.

Después de la pausa, el programa se sumergió en la sensualidad adormecida del impresionismo francés con el “Preludio a la siesta de un fauno” de Debussy. Acolchonado por cuerdas susurrantes y glissandos delicados como collares de perla en el arpa, la orquesta bajo la batuta de Alondra de la Parra demostró el nivel de lujo de su sección de viento madera, además de revelar una vez más su noble arte de saber tocar en matiz suave. Son pocos los grupos orquestales capaces de crear un pianissimo tan aterciopelado, y al mismo tiempo tan lleno de tensión dramática.

El “Pájaro de fuego” de Igor Stravinski fue otra pieza en la cual la Kammerphilharmonie sacó todo el provecho de sus finos matices y su riqueza de colores, iluminados por la batuta de Alondra de la Parra. Así se reveló una conexión directa entre Debussy y Stravinski, sólo que el compositor ruso recalca los colores de manera muy distinta. Debussy tiende a crear transiciones fluidas, mientras que Stravinski le brinda importancia a los acentos bruscos y a los contrastes vivos: sobre todo al final de la suite del “Pájaro de fuego”, donde los gestos explosivos de la directora desataron toda una serie de ataques enérgicos y pujantes en la sección de los metales y en la percusión, poniéndole así final a un concierto que entusiasmó al público con el encanto de sus colores orquestales y con el arte del éxtasis controlado.

FUENTE: https://www.abendblatt.de/kultur-live/kritiken/article228603439/Elbphilharmonie-Alondra-de-la-Parra-Dirigentin-Deutsche-Kammerphilharmonie-Bremen-Hamburg-Konzertkritik-Bela-Bartok-Antoine-Tamestit.html