"...la Quinta es puro Shostakovich, con una exposición en la que caben la gran poética de las gamas inferiores, gamas piano, que Alondra de la Parra desgranó con auténtico lirismo, pero lirismo muy tenso, así lo reclaman las vidas que valen poco y lo saben; con un Allegretto que es un vals diabólico, y la directora le dio algo de ese toque, no por completo; con un Largo que es el habitual movimiento lento desolado de Dmitri Dmitriévich, marca de fábrica. Ahí creo que se lució el sentido del desgarro íntimo y callado que Alondra supo dar, y ya lo anunciaba su breve discurso inicial, que mencionaremos."